Mi trabajo interpreta el acto creativo como un ejercicio catártico encaminado a exorcizar el dolor, la soledad, pero tambien a canalizar la alegría y mi reacción ante todos los estímulos provenientes del entorno cotidiano. De este modo, proyecto mis emociones a partir de la interacción directa con la materia pictórica junto a la cual emprendo un trayecto armónico de intensa colaboración. He hallado un paralelo entre la maleabilidad plástica de la materia y esa capacidad de adaptación y supervivencia del ser humano a situaciones extremas y dolorosas, en su viaje personal de búsqueda de la verdad y en pos de lograr la comunión con ese algo divino e inexplicable que creemos rige el universo.

En mis obras, la presencia de paisajes apocalípticos son justamente el resultado de esa interacción entre el artista y el medio sobre el que trabaja, entre el individuo y el mundo que le rodea. A través de este gesto, intento contar mi historia personal, presentándola como un discurso paralelo a la historia reciente de la humanidad, y enriqueciendo el acto creativo de valores simbólicos y conceptuales que lo proyectan hacia una dimensión universal. Intenso, pero tolerable, el viaje que realizo es en realidad un recorrido introspectivo que prescinde de la fuerza de gravedad y de toda atadura terrenal y material, formulando preguntas cuyas respuestas son quizás las claves de acceso a ese componente sublime y divino que existe en el interior de cada ser humano.